Este apartado, tranquilo y privilegiado lugar está ubicado al Noreste del Valle, junto a Arizkun, Azpilkueta y Amaiur (con los que forma cuartel), y rodeado de voluminosas montañas, contando además del núcleo urbano con los barrios de Iñarbil, Gorostapolo e Iñarbegi, sumando en total unos 650 habitantes.
Situado al pie del puerto de Izpegi, muga fronteriza con Francia, ofrece al visitante múltiples atractivos, entre los que destacan los palacios de Iriartea (la antigua aduana), hoy en ruinas, y los de Cabo de Armería de Apeztegia, Etxenike, Hualde y Etxebeltz, este último incendiado en los años 50 y reconstruido como la actual casa Etxebeltzea.
Para los amantes de la naturaleza y el montañismo, en dura ascensión se alcanza la cima de Autza (1.306m), 2h 1/2 desde el pueblo, que ofrece una incomparable panorámica de estas tierras y aún otras más lejanas, y entre cuyos repliegues nace el río Baztan, luego Bidasoa. Asimismo tenemos a mano los macizos de Gorramendi e Iparla, y en Gorostapolo la conocida cascada de Xorroxin.
En 1366, Erratzu pagaba a Cortes por 11 fuegos hidalgos, y en el s. XVIII figura con 108 vecinos, 18 moradores, 12 casas de pobres y cuatro palacios, para pasar en 1726 a contar con 109 casas de vecinos, 29 de moradores, la rectoral de la iglesia, cuatro casas deshabitadas y dos molinos de particulares. En 1847 tenía escuela, y la población iba en paulatino aumento: 346 hab. en 1900 y 872 hab. en 1950, tope coincidente con una importante presencia militar en toda la zona.
La molinería ha sido tradicionalmente destacada, según estudios de Vidal Pérez de Villareal, que ha contado hasta cuatro molinos a lo largo de la historia: eran el de Erratzu, construido en 1888, el de Zabaleta, hoy en desuso, y el de Iñarbegi, en buen estado pero sin uso, que suplió a otro anterior destruido en la inundación de 1913.
También la iglesia, en honor a San Pedro Apóstol, sufrió importantes daños en aquella gran catástrofe, teniendo que ser rehabilitada. Es de cruz latina, y tiene un claustro adosado por el cual se accede al templo.
En cuanto a hijos pródigos del pueblo, mencionar a Juan Lorenzo de Irigoyen y Dutari, obispo de Pamplona (1768-1778), y a Miguel José de Irigoyen y Dolarea, obispo de Zamora y de Calahorra, a quienes se cita en sendas lápidas ubicadas en la fachada de la casa del pueblo. De Erratzu fueron también Juan Miguel de Etxenike, a quien debe la catedral de Pamplona sus torres y fachada, y Blas Fagoaga, rector y profesor de euskara del Seminario Diocesano, y eminente vascófilo.
Ya se ha hecho mención de un hecho destacado del que también da cuenta la bibliografía relativa a estas tierras: La impresionante tromba de agua que arrasó Erratzu y aún el Valle entero el 2 de junio del año 1913. Al parecer una masa nubosa se estrelló violentamente contra el cercano monte Autza, descargando la lluvia con inusual ímpetu en un corto período de tiempo, y asolándolo todo.
Por ser éste el primer pueblo que la riada encontró en su camino, resultó el peor parado, pero también en el resto de Baztan causó estragos, arrancando árboles y casas a su paso, como se recuerda en una placa de la calle Jaime Urrutia de Elizondo, que señala el nivel que alcanzaron las aguas en aquel fatídico día. Según datos propios, al menos una persona resultó muerta en la tragedia: una mujer a la que la crecida atrapó en su caserío de Beartzun, y que fue arrasado.