Capital administrativa, jurídica, y cultural del Valle de Baztan, la Villa de Elizondo es su centro neurálgico y comercial, aglutinando entre sus ordenadas calles y casas a casi la mitad de su población total, y sirviendo en no pocas ocasiones de punto de encuentro de todos los baztandarras, tanto en ferias, como mercados, actos culturales y fiestas en general.
Es sin duda el más urbano de los 15 pueblos, el que antes ha dejado a un lado sus orígenes rurales, aunque sus barrios de Beartzun, Berro, Etxaide y Antzanborda conservan el encanto de la vida tradicional de sus gentes.
Se formó inicialmente en torno a la calle Jaime Urrutia, ahora la “calle de abajo”, que cuenta con ilustres fachadas y escudos nobiliarios espectaculares, y entre cuyos solares destaca el Palacio de Arizkunenea, (también casa del Conde y palacio de las Gobernadoras), actualmente casa de cultura, y junto a la plaza de los Fueros la casa consistorial, sede del ayuntamiento del Valle.
Históricamente, cabe mencionar que en el año 1397 el rey Carlos III el Noble reconoce a los elizondarras la “fidalguía e infanconía, en que dezían haber estado a perpétuo”, años antes incluso de aquella “Executoria de Hidalguía”, firmada por Charles, Príncipe de Viana, que marcará y decidirá el rumbo político, social y administrativo del Valle.
La casa del pueblo o Herriko etxea, en la que los vecinos celebran el tradicional “batzarre” o reunión de carácter consultivo en la que se discuten diversos aspectos de la vida cotidiana de la localidad, fue quemada hasta tres veces. En 1794 por los franceses, y en 1835 y 1876 por los españoles, siendo sucesivamente reconstruida.
En 1847 la Diputación de Navarra construye el “Camino real”, y se abre la calle Santiago, actualmente la calle principal. Al ser ésta más moderna, las casas más nobles le dan en realidad la espalda, en una muestra figurada de rechazo a la modernidad, aunque hay que señalar que con la apertura de esta carretera a Francia y hasta finales del XIX el desarrollo local fue notable.
Cuarenta años después , y tras ser acordado en batzarre, se traen las aguas desde el manantial Iturri-ederra, efectuándose los trabajos en auzolan y financiándose mediante colecta pública, que encabeza D. Jaime Urrutia e Irisarri con 10.000 pesetas (de entonces!), en impagable acto de desprendimiento que el pueblo agradeció bautizando la calle que lleva su nombre. De esta época data asimismo la red eléctrica, siendo al parecer Elizondo el primer pueblo de Navarra que dispuso de alumbrado público y además propiedad de los vecinos.
Mención especial merece también la iglesia de Santiago, ahora ubicada junto a la calle de igual nombre, en el centro del pueblo.
La historia del templo es larga y polémica, habiendo estado hasta 1918 junto a la plaza y el ayuntamiento, para ser derribada por motivos no muy claros y trasladada piedra a piedra para ser levantada en su actual ubicación. De las dos torres existentes, una es la original -es visible el reloj bajo el campanario-, siendo la del lado izquierdo una réplica construida en aquel año. Como curiosidad, y según citaba Juanito Eraso, cabe destacar la barandilla del coro, que lo cruza de lado a lado, y que es de una pieza, lo que da muestras del gran porte que tuvo que tener el árbol original.
En la terrible catástrofe que asoló el Valle el 2 de junio de 1913, que lo inundó todo, se dio la curiosa circunstancia de que el Sagrado Corazón de la iglesia vieja apareció después flotando en las aguas, intacto, pasando a ser para los elizondarras objeto de culto y especial devoción. Fue algo muy relevante en aquel momento, siendo un acontecimiento muy recordado por nuestros mayores.
En el año 1916 llegó hasta aquí el Ferrocarril del Bidasoa, de mercancías y viajeros, que en principio enlazaba Irún con las primeras fábricas de fundición nacidas en el área Bera/Enlarlatza, luego llegó hasta Doneztebe/Santesteban, para instalarse finalmente en Elizondo la terminal junto a las monjas enfermeras, y aún se alargó algo más el trazado de la vía, aunque ésta ya no se prolongaría más.
En casi toda la bibliografía referida a la capital de Baztan se subraya su sorprendente infraestructura dotacional (para sus características demográficas), y el alto número de sucursales bancarias y de ahorro, sin duda consecuencia de la abundancia económica de algunos indianos regresados de las américas con las arcas bien llenas y del contrabandismo que la proximidad de la frontera ha propiciado tradicionalmente.